viernes, 12 de mayo de 2017





CAPITULO DOCE

Por la mañana me llamó Paquete, parecía algo más alegre que de costumbre, nada del otro mundo de cualquier forma, los tipos duros no acostumbran a gastar energías en algo tan superfluo como la alegría. Me citó en el restaurante de costumbre a la hora del almuerzo. Tendría información para compartir.
En la misma puerta del restaurante encontré a la camarera de la sonrisa bonita, llevaba una bandeja en la mano. Cuando me vio, la escondió teatralmente detrás de su espalda y me hizo un completo despliegue de dientes feos cortesía de la casa para clientes simpáticos.
-En una de las mesas me han pedido empanadas salteñas, estarán listas en cinco minutos. Si estás atento puedes venir y asaltarme cuando vaya a servirlas.
Le dediqué una de mis muecas feroces para provocar su risa. Me estaba acostumbrando a su sonrisa, sus dientes ya solo me parecían curiosos.
Al pasar me rozó con su cadera.
Sonreí, esas tonterías son las que te dan la falsa impresión de que el mundo tiene algún sentido.
Paquete estaba en la mesa del fondo, miraba como hacía el payaso y movía la cabeza como si yo fuese un caso perdido.
Probablemente lo era.
Probablemente lo somos todos, la diferencia es que cada quien tiene facilidad para perderse en un lugar distinto.
Me senté frente a Paquete y le dediqué una mueca de admiración tan falsa como la que había dedicado hacía unos segundos a la camarera.
-¿De verdad has conseguido algo que merezca la pena en tan poco tiempo?.
-Deja de hacer el idiota, algo hay, no mucho pero algo tenemos.
-Cuéntamelo.
-El chaval, Aurelio Cominges esta limpio, ni siquiera en tráfico hablan mal de él. Marco Santillana, también está limpio, al menos en España, ha residido en varios países, tanto en Europa como al otro lado del Atlántico. Donde tenemos algo es en el historial de Fernando Santiago, el Director de Contabilidad de la empresa. Este ya conoce lo que es sentarse delante de un juez para responder a un montón de preguntas, fue el Gerente de un chiringuito financiero que en su momento dio que hablar. A raíz de la quiebra que le afectó y causó la ruina de un buen número de pequeños inversores fue encausado por estafa múltiple, y condenado a cinco años de cárcel. Lo curioso de la historia es que no llegó a entrar. No me preguntes la razón, es posible que me lo cuenten en algún momento, pero por ahora no lo sabemos. Por lo que me contaste, Global es una empresa de altos vuelos.
-Esa fue la sensación que me dio.
-Probablemente acertada.
-Las empresas de altos vuelos no acostumbran a fichar a ex presidiarios para cargos importantes. A no ser que sus habilidades, por muy fuera de la ley que puedan estar le sirvan a los propósitos de la empresa.
-Di mejor a no ser que la empresa que les contrata tenga la intención de delinquir de la misma manera que lo hizo anteriormente, pero en esta ocasión con más cuidado. Santiago parece ser uno de esos malabaristas de la contabilidad empresarial, un mago que en lugar de sacar conejos de la chistera, saca balances cuadrados con más trucos que el saco de huesos de un hechicero bantú.
-Saberlo nos reafirma en que en esta empresa tiene mucho que ocultarle a la ley, pero nada más. Por lo que cuentas Santiago está en la calle con permiso de nuestro sistema legal, y si es así ni siquiera podemos presionarle.
-Siempre se puede presionar a la gente, si la emprendes a hostias con él ni siquiera es necesario que tenga algo que ocultar.
-¿Estás recordando viejos tiempos, Paquete?.
-No, solo filosofo, me encanta filosofar, especialmente si se trata de repartir leches, pero en este caso no creiq eu sea demasiado productivo. Nos tendremos que dedicar a Cominges. Es muy joven, no estará acostumbrado a que le presionen.
-Te han dicho que está limpio.
-Si, pero por muy limpio que esté trabaja allí y aunque no sea un punto fuerte forzosamente tiene que saber más de lo que sabemos tú y yo.
Yo hacía rato que pensaba que presionar a alguien de Global, tal como hice con el tipo que tenía mala suerte con los coches caros, era la única solución. Probablemente con una orden judicial que permitiese a un grupo de expertos revisar las cuentas de Global se lograsen mejores resultados, pero era algo que estaba fuera de nuestro alcance. Mejor no pensar en ello.
-Paquete, ¿recuerdas como llegué hasta Global?.
-Si, presionando a un amigo de Cominges. Y ahora tienes miedo de que si no te ha hecho caso y se ha largado, pongamos en peligro su vida al presionarle.
-No me gustaría, ya serían dos cadáveres sobre mi conciencia.
-Bueno, vamos a verle, si todavía anda por ahí puedo arreglármelas para que le tengan un par o tres de días en el calabozo. Y según como se vayan desarrollando los acontecimientos tomaremos las decisiones oportunas.
-¿Acusado de qué le vas a meter en el calabozo?.
-De no lavarse las orejas, de faltarle el respeto a su madre, de follarse al perro del vecino, de practicar el exhibicionismo en las inmediaciones de un colegio de monjas, de exaltación de la filosofía nazi con intención de faltarle al respeto a la familia real, de lazos consanguíneos con Frankestein, te asombraría lo sencillo que resulta enchironar durante un par de días a un inocente, lo realmente jodido es hacerlo con un culpable, a la media hora tienes a todo un bufete de abogados comiéndote las orejas. Estamos hablando de un par de días en el calabozo, hombre. Eso, si interesa, se apaña rápido teniendo los contactos adecuados. Además siempre tenemos lo de la compañía de seguros.
-Me parece poco probable que haya seguido adelante con la reclamación a la compañía de seguros, ya me hubiesen llamado para trasladarme su opinión acerca de mi falta de competencia.
-Pues lo que te he dicho, le acusamos de cascársela con demasiada frecuencia y además pasárselo bien. ¿recuerdas donde vive?.
-Claro.
Acabamos de almorzar, pagué yo y le dejé una buena propina a la chica que me cautivaba con su sonrisa y sus dientes. Me miró ladeando la cabeza y dijo: -Bueno, entonces no te cobro la empanadilla que me robaste el otro día.
Por primera vez desde que la conocí se me ocurrió pensar que tal le sentaría su sonrisa a mi cama. Creo que ella adivinó mis dudas porqué amplió su sonrisa y continuó su camino más cerca de mi de lo que obligaba la distancia entre mesas.
-Cósete la polla a los gayumbos, capullo,-me dijo Paquete acercando su boca a mi oído.
Probablemente era el mejor consejo que había recibido aquel día.
Los mejores consejos que recibes son siempre los que menos te apetece seguir.
Le pregunté a Paquete si le apetecía andar.
-Cada día corro por Montjuich, así que ya tengo cubierto mi cupo de ejercicio físico. Mejor para a un taxi y que pague tu cliente, así vera que no te pasas el día sentado en una mesa de bar jugando al dominó con un grupo de jubilados.
El taxi y el conductor no acababan de hacer juego. El coche era un Mercedes y el conductor un semi adolescente con las neuronas obturadas por un exceso de testosterona y adrenalina, que le prestaba más atención a los aullidos que salían de los altavoces que a los semáforos y sus molestos cambios de luces.
Paquete le prometió educadamente que al acabar la carrera le iba a dejar de propina una mano de hostias, si no dejaba de hacer virguerías con el volante y el acelerador.
-A que les llevo directamente a una comisaría,-dijo el chaval.
-Claro, capullo, así me ahorras trabajo,-mientras lo decía le plantaba la placa frente a los ojos.
-Arrea, Fernando Alonso, pero tranquilito que aquí mi amigo es muy asustadizo,-remachó Paquete.
Yo había cerrado los ojos y soñaba con los dientes feos de la camarera de la sonrisa bonita, mordisqueándome la oreja.
La casa donde vivía el tipo que tenía mala suerte con los coches caros daba la impresión de absoluta normalidad. Paquete llamó a la puerta mientras yo me escondía en un ángulo muerto. Dudaba mucho que si me veía quisiera abrirme. Al cabo de tres timbrazos sin que nadie viniese a abrir la puerta, Paquete preguntó:-¿Qué tal se te da abrir puertas con la tarjeta de crédito?, esa cerradura no parece gran cosa.
-Normalmente las abro,-respondí mientras buscaba en mi cartera una tarjeta de plástico duro.
-Pues procede, la calle está bastante despejada -dijo mientras se apartaba y se situaba de forma que cubría mi cuerpo con el suyo.
-¿Tu no sabes?, -le pregunté mientras manipulaba la cerradura.
-Pues claro que sé, pero prefiero que te metan en la cárcel a ti.
-Muy amable.
-Procuraré que te encierren en la celda de las putas para que no te aburras.
Paquete tenía razón, la cerradura no era gran cosa. Las luces del interior de la casa estaban apagadas y en el salón había un par de cajas vacías abiertas que tal vez habían contenido documentos, tres libros dejados de cualquier manera en el suelo, una prenda de vestir pasada de moda y lo que parecía un reproductor de compactos anciano. En el dormitorio principal el panorama era el mismo, enseres y objetos diversos por el suelo, la cama deshecha y las puertas del armario empotrado descorridas dejando ver su interior prácticamente vacío. La cocina mostraba mejor aspecto, abrimos la nevera, dentro zumos de fruta, cervezas, un paquete de jamón sin abrir, yogures, mantequilla, algo de fruta y huevos.
-El pájaro ha volado, -dijo Paquete.
-Yo se lo recomendé.
-Y te ha hecho caso lo cual parece darle credibilidad a la idea de que en Global hay gente que no duda en hacer daño si le conviene, vamos a revisar el resto de la casa.
El resto de la casa presentaba el mismo aspecto desordenado que el salón y el dormitorio principal. Alguien, con toda probabilidad el habitante de la casa, era el responsable del desorden. Había hecho el equipaje apresuradamente y se había largado, no se hacía evidente el menor signo de violencia. Parecía evidente que el tipo que tenía mala suerte con los coches caros no confiaba en la cobertura que le pudiese proporcionar Aurelio Cominges.
Yo tampoco, si hemos de ser sinceros.
Revisamos armarios, cajones, buscamos por suelos y paredes algún escondrijo. Revolvimos todo aquello que nos pudiese dar una pista, no dejamos sin mirar ni siquiera las dos bolsas de basura que había en la cocina y que no contenían nada de interés.
-Si esto fuese una película el muerto estaría en la bañera.
-No está, ya he mirado.
En el salón había un pequeño mueble bar con bourbon Market Mark, uno de mis preferido, una botella de ginebra y otra de coñac. Mientras Paquete, aconsejado por mi, preparaba dos vasos con bourbon, yo revoloteaba por el salón en busca de algún detalle que se nos hubiese pasado por alto. Prendí el televisor, en la pantalla un político contaba una historia tenebrosa acerca de otro político.
Ya se reconciliarían en la cafetería del Senado.
Apreté el botón de puesta en marcha del reproductor de D.V.D. situado bajo el televisor. La filmación que apareció en pantalla mostraba lo que sin demasiado esfuerzo se podía definir como un puticlub de lujo, elegante, lo que la gente de Marketing publicita como un Palacio del sexo. A mi particularmente mezclar marketing y sexo me parece tan aconsejable como tratar de curarse un resfriado con NAPALM, pero así son las cosas. Dejémoslo en que era un puticlub elegante, no creo que ni siquiera en el Departamento de Marketing más quisquilloso protesten por la definición.
Paquete vino con los dos vasos de bourbon. Se sentó a mi lado, observó ladeando la cabeza la escena que mostraba el televisor y dijo: -En peores plazas se torea, compañero.
-Y con peores toros, -añadí por decir algo señalando a las mujeres que esperaban su oportunidad sentadas en la barra o paseando por el local. Este bourbon está de puta madre, espero que no se presente nadie a estropearnos el trago.
-Este tío se ha largado para no regresar en bastante tiempo, se ha largado atemorizado. Si la casa es suya ningún problema y si es de alquiler aun es pronto para que venga el dueño, en caso de que le haya avisado, cosa que dudo mucho. Tenía prisa y miedo.
-Claro se lo metí yo en el cuerpo y juraría que le hice un favor.
Estuvimos un par de minutos en silencio saboreando el licor. En la pantalla del televisor, en un silencio antinatural que daba la impresión de que todo sucedía en una pecera alejada del tiempo y el espacio mujeres jóvenes de todos los colores trataban de convencer a los tipos que bebían en la barra, se sentaban en los sillones y paseaban por el local. Trataban de convencer al elemento masculino de que ellas eran aquella noche, la solución a su falta de felicidad y que el dinero que les iban a entregar era una excelente inversión. Finalmente la pantalla se llenó de estática con su correspondiente banda sonora.
-Se acabó la fiesta,-dijo Paquete.
-Eso parece, ¿qué tal si nos tomamos otro?, -le dije mientras alzaba el vaso.
-Nos largamos,-dijo Paquete,-llévate la botella si tanto te gusta, aquí lo único que hacemos ya, es arriesgarnos a tener que dar una serie de explicaciones complicadas por allanamiento de morada, como se presente alguien.
En aquel momento nos llegó un chasquido desde el televisor. La pantalla se iluminó de nuevo, aunque a la imagen no la acompañaba el menor sonido. El puticlub de lujo había desparecido siendo sustituido por lo que podría ser un antiguo almacén o fábrica. Desde la planta una escalera conducía a una serie de dependencias acristaladas con todo el aspecto de cariadas oficinas, en el techo colgados de vigas metálicas se podían ver grúas que en su tiempo debían correr por los carriles que cruzaban todo el lugar. Algunos de los cristales del techo estaban rotos de esa forma, poco clara, en que se rompen los cristales en los edificios que han dejado de ser utilizados para el fin por el que fueron construidos.
En la planta había gente, quizás quince o veinte personas, sentada en sillas desparejas alrededor de un espacio vacío, y aparentemente más aseado que el resto. Dos focos iluminaban un estrado pequeño en el que una parte estaba tapada por una cortina gruesa de color rojo que no permitía ver lo que había al otro lado. Uno de los focos iluminaba al lugar con una luz cruda y el otro de luz roja proporcionaba al espacio de una sensación brumosa.
-¿De qué demonios va esto?,-dijo Paquete.
-Un partido de futbol no parece que vaya a ser, vamos a esperar.
-¡Ay Dios!,-dijo el ex policía.
Cuando le interrogué con la mirada negó con la cabeza y siguió con la mirada clavada en la pantalla del televisor donde había empezado la acción.
De detrás de una cortina, situada al fondo del espacio rodeado de sillas, apareció un tipo con el aspecto de un cruce entre el hermano perverso de Jack el Destripador y una meretriz sifilítica. Dio un vistazo a la gente sentada, pareció satisfecho con la concurrencia y habló en dirección a la cortina. De allí salieron dos fulanos dotados con la masa corporal de un piano Steinway que descorrieron a medias dejando un espacio en sombras entre las que se adivinaban figuras humanas. Los tipos se situaron en la zona donde comenzaba la sommbre, de pie, con los brazos cruzados sobre el pecho en posición de vigilancia. Un nuevo foco de luz cruda iluminó la zona que hasta aquel momento había protegido la cortina. Allí una docena de mujeres se apretujaban como para darse calor o protección mutua. Una protección que difícilmente iban a encontrar. Vestían un somero bikini y las habían maquillado con más o menos esmero.
-¡Joder! Paquete, esto parece una subasta de ganado.
-Es una subasta, el ganado son esas chicas, alguna de ellas ya ha pasado por esto, probablemente yonquis. Tal vez haya alguna que se avenga al juego, aunque lo dudo. Pero al menos tres de ellas están ahí a la fuerza: la negra que cruza los brazos sobre el pecho es una de ellas, la rubia alta otra. Y fíjate en aquellas dos que se abrazan como para darse ánimos, esas también. La china, la china también.
-Es filipina.
-Bien, pues filipina. El resto ya sabe de qué va la fiesta.
-Si, están mucho más relajadas. No están contentas pero parecen sumidas en una especie de indolencia, fatalidad supongo que sería la palabra más adecuada. Fíjate en la muchacha de rasgos árabes con el pelo teñido de rubio, da la impresión que sonríe.
-No creo que esté contenta. Pero si, esta ya ha pasado por este trance, a las otras las acaban de reclutar para el oficio. ¿Sabes lo que me gustaría hacer?.
-Lo supongo.
El drama que estábamos viendo se desarrollaba en completo silencio para nosotros, lo que añadía dramatismo a la escena. La ausencia de cualquier sonido nos alejaba de la realidad en un sentido extraño. No dudábamos acerca de la autenticidad de la escena, el silencio era una demostración de nuestra nula capacidad para intervenir.
Sin embargo, dentro de aquella campana insonorizada la vida seguía su lamentable curso.
El hermano de Jack el Destripador, se acercó al grupo de mujeres, cogió a una chica de larga melena de color castaño y la llevó al centro del escenario, ella dio un par de pasos de baile y se quedó quieta allí. El maestro de ceremonias se dirigió al público y señalando a la mujer les dirigió una serie de frases cortas.
Algo de lo que dijo debía ser gracioso porqué hubo, entre el público, quien rió.
Un hombre que a pesar de su aspecto inicuo conservaba un rescoldo de elegancia, aun no del todo olvidada, se despojó de un sombrero hongo descubriendo una calva reluciente. Su mano se elevó con gesto decidido se la pasó por la cabeza y sonrió confianzudo. La mujer que estaba detrás de él, esperó un par de segundos antes de levantar la mano con el aire de quien espanta a una mosca especialmente molesta. El maestro de ceremonias señaló a los dos contendientes y lanzó una frase corta mirando al resto de los asistentes a la subasta. El hombre que había levantado la mano en primer lugar comenzó un movimiento que a mitad de camino se truncó, acabando por retocarse una melena inexistente. Al darse cuenta de que su movimiento podía ser confundido con una puja movió frenéticamente la mano izquierda en dirección al subastador. Al parecer, el no encontrar la melena de su recuerdo le avergonzó, se giró hacia la mujer que sonreía satisfecha y se encogió levemente de hombros.
El subastador hizo una seña a uno de los tipos fornidos, quien se acercó a la muchacha y se la llevó a un lugar detrás de la cortina que permanecía en sombras. La mujer que la había comprado acercó la cara al hombre mulato que estaba a su lado, con una expresión tan alegre como un ataúd, y le dijo algunas palabras, su dedo señaló la cortina y luego lo que interpreté como la puerta de salida. El hombre se levantó y se dirigió sin prisa a la parte trasera del escenario.
Ver aquel drama que seguía su desarrollo en el más absoluto silencio nos daba la impresión de estar detrás de una enorme pecera donde los protagonistas moviesen los labios exagerando los movimientos, sabiendo que del otro lado de la pecera nadie les escucharía y por tanto nadie les ayudaría. Su destino ya estaba fijado, nadie movería un dedo para librarles de él, por algún desdichado acontecimiento se habían convertido en pura mercancía en manos del peor mercader: la mafia.
Mientras yo pensaba en acuarios y películas mudas, fue sacada al escenario la muchacha oriental quien de un tirón trató de desasirse del tipo que la conducía a la zona más iluminada. La muchacha se resistía cada vez más enérgicamente, con desespero, probablemente presa de un ataque de nervios. El subastador le dijo algo al tipo fornido, este asintió con la cabeza y se llevó a la muchacha a la zona situada detrás de la cortina. Uno de los participantes de la subasta, un fulano de mejillas sumidas y tez oscura bajo una melena rizada, se dirigió al subastador y le dijo algo que le hizo sonreír brevemente. La mujer que había ganado la primera puja había encendido un cigarrillo y lanzaba cortos chorros de humo al techo, al escuchar la frase que acababa de lanzar el gracioso, se atragantó con el humo y sufrió un acceso de tos.
Una nueva mujer fue puesta debajo de los focos. En esta ocasión era la negra que apretaba los brazos sobre sus pechos y que pretendió mantenerlos en esa posición mientras la exhibían. El subastador se los separó de un fuerte tirón, ella permaneció cabizbaja, aterrorizada. Era la más joven del lote con diferencia, en otras circunstancias podría haber pasado por una colegiala prematuramente desarrollada. Las manos de los participantes en la subasta fueron levantándose en sucesivas pujas, elevando el precio en cada ocasión. La muchacha parecía haber perdido interés en lo que estaba sucediendo, como si toda aquella parafernalia no le concerniese. El subastador alargó una mano y le acarició un pecho mientras se dirigía al público, ella respondió con una mirada vacía. Al cabo de varias pujas, de nuevo fue la mujer que antes ya había ganado quien hizo la puja más alta.
Tras esa puja, la mujer, una mulata de culo enorme, se levantó y con el bamboleo propio de un cetáceo, desafiando su centro de gravedad y poniendo en peligro todo objeto no blindado situado a su alrededor, se dirigió a la salida, donde uno de los tipos que acompañaban al subastador la esperaba con las dos mujeres que había comprado. Les habían puesto un sobretodo por encima del bikini.
Una de las mujeres, a juzgar por el movimiento de sus hombros, lloraba.
La cámara había seguido toda la secuencia desde que la mujer se había levantado.
La mulata señaló la puerta con la cabeza y la cruzó, el tipo fornido salió cerrando la comitiva, empujaba a la mujer que lloraba. Probablemente se trataba de la negra joven. La toma en esta ocasión no era buena, quien filmaba no pudo o no quiso acercarse y con el sobretodo cubriendo a la mujer no me fue posible asegurarlo.
De manera repentina apareció de nuevo la estática en la pantalla del televisor. Permanecimos embobados mirando la pantalla vacía, hasta que transcurridos unos pocos segundos el sonido de la estática que sonaba como una sentencia de muerte se nos hizo insoportable.
Solté un largo silbido, tenía el vaso de bourbon aferrado en mi mano y los nudillos me blanqueaban por la fuerza que imprimía al apretón. Me levanté y fui hasta el reproductor, pulsé el botón de apertura de la bandeja y recogí el disco. Le eche un vistazo rápido, no tenía ninguna rotulación que le identificase.
Apagué el televisor, en la pantalla un presentador de concursos trataba de dotar de interés a una serie de actos insulsos mediante el procedimiento de gesticular y sonreírle al Universo entero.
Miré a Paquete, estaba pálido. Había sacado la pistola y la paseaba de una mano a la otra. Tenía la mirada perdida, todavía prendida de la pantalla vacía.
-Me hubiese gustado estar allí, podría haber librado al mundo de unos cuantos monstruos, el problema es que no hubiese sabido por quien empezar,- el ex policía estaba lívido y le costaba hablar.
-Trata de serenarte.
-Dame ese disco, -dijo.
-¿Qué quieres hacer con él?.
-Entregarlo a los compañeros, por supuesto.
-No, espérate, vamos a pensar con tranquilidad en lo que vamos a hacer a partir de ahora, hemos de estudiar nuestros próximos movimientos.
-Solo hay una cosa que se pueda hacer.
-Si la policía se hace con este disco, a corto plazo no creo que pueda hacer nada.
-Abrirán una investigación inmediatamente.
-Claro que abrirán una investigación, y es posible que la lleven a término con éxito. Eso será en un momento o en otro, cinco semanas, cinco meses, dos años, pero de lo que no tengo la menor duda es que a nosotros nos van a apartar de este caso, nos van a mantener tan lejos que ni siquiera seremos capaces de medir la distancia a la que estamos de este asunto. Y eso no es lo que nosotros queremos, al menos no es lo que yo quiero. Y no te ofendas Paquete, pero aun hay otra posibilidad.
-No.
-¿Qué quiere decir que no?. Aun no te he dicho de lo que se trata y ya te niegas a considerarlo.
-Sé perfectamente lo que me vas a decir.
-Claro que lo sabes. ¿Me puedes asegurar que el disco no va a quedar sepultado bajo un montón de papeles o en manos de alguien interesado en hacerlo desaparecer?.
-Yo no te puedo asegurar nada, pero hay un procedimiento a seguir.
-Tú tenías un procedimiento a seguir hasta que saliste de la policía, yo no lo he tenido nunca ni lo tengo ahora. El disco acabará en manos de la policía pero será cuando le convenga a la investigación que estamos llevando a cabo.
-A tu investigación me la paso por el forro de los cojones.
-No es eso lo convenido.
-No podemos permitir que esto continúe.
-No lo vamos a permitir si está en nuestras manos. Además tienes mi palabra de que si en un plazo breve no adelantamos, tendrás el disco y podrás ir con el a comisaría.
Paquete me lanzó un par de miradas asesinas, bufó, empezó a maldecir a todos los santos, se cagó en mi madre y en la suya, finalmente dijo: -Me tengo que acostumbrar a que ya no soy policía, me tengo que acostumbrar, ¡joder!.
Puse un par de dedos de bourbon en los vasos y le acerqué el suyo.
-Pero te juro que si me cruzó con uno de esos gusanos, se va al infierno sin confesión, luego ya hablaremos con el juez.
Asentí con la cabeza.
¿Qué otra cosa podía hacer?.
Abandonamos aquella casa con la sensación de que alguien le había dado la vuelta a los valores del mundo. Si una panda de desalmados podía hacer lo que habíamos visto con impunidad, o sin recibir un castigo proporcional al dolor que causaban, era señal, no de que algo se había podrido en Dinamarca. Tal vez Dinamarca entera se había podrido.
Comenzaba a entender a Paquete.
De acuerdo, Paquete es un peligro para la sociedad. Sin embargo el mal que él combatía era mucho peor que su forma de combatirlo. En esta vida nos pasamos la vida eligiendo, en muchas ocasiones el menor de los males.
Avestruces aparte, claro está.
Nadie nos vio salir de la casa y si alguien nos vio no le pareció mal.
Caminamos en silencio durante un buen rato.
Algo me rondaba por la cabeza, algo había olvidado y era necesario que lo recordase, porque tenía que ver con todo aquel podrido asunto.
Llevábamos un buen rato andando, en ningún momento contemplamos la opción de tomar un taxi. Tanto Paquete como yo necesitábamos quemar adrenalina, aunque fuese andando. Llegábamos a la calle Valencia cuando desperté. Allí, el recuerdo del Mercedes SLK rojo y el taller donde habían dado el cambiazo me refrescó la memoria.
El dueño del Mercedes, el tipo con mala suerte para ese tipo de coches, cuando le interrogué, me había hablado de los puticlubs donde no pagaba. Yo le había pedido una relación, había escrito algo en un papel y me lo había dado.
Me lo había guardado en la cartera sin mirarlo, en aquel momento aquella información no me pareció prioritaria, no tenía muy claro para que me serviría el nombre de los puticlubs donde el fulano no pagaba gracias a sus amistades.
Pero había llegado el momento de tener en cuenta aquella información.
-Paquete, ¿tú sabes que club puede ser el que sale en la grabación?.
-¿El puticlub del principio?.
-Si.
-No, no son los lugares a los que prefiero ir. Claro que he estado en más de uno estando de servicio, pero a mí en principio todos me parecen iguales y no era el tipo de servicio al que más me dedicaba, eso es cosa de los de antivicio.
Saqué el papel y miré lo que el hombre que tenía mala suerte con los coches de gama alta había escrito en él: Montemar, Jaguar, Pirañas.
Los tres nombres me sonaban vagamente, había oído hablar de ellos, estaban de moda etiquetados como supermercados del sexo.
-Probablemente será uno de esos tres, -le conté como había conseguido aquellos nombres y a Paquete saberlo le suavizó ligeramente la expresión.
-Veo que me vas a llevar de putas. Me estás resultando una mala compañía, Atila. Eres excesivamente violento para un hombre tranquilo y respetuoso de la ley como yo. Y para acabarlo de arreglar quieres llevarme a alguno de esos tres antros de perdición.
-A los tres si es necesario.
-No veo que vamos a sacar paseándonos entre un montón de putas y los salidos que las acompañan, preferiría un método más expeditivo.
-¿Entrar en Global pegando tiros, por ejemplo?.
-Me parece una idea excelente, aunque estoy de acuerdo contigo en que es irrealizable.
-Pues ya me dirás.
-Hagamos intervenir a la policía, si hablo con ellos aun puedo conseguir que no nos aparten del todo de la fiesta.
-¿Qué no nos aparten del todo de la fiesta?. Oye Paquete, esta fiesta es nuestra y digo nuestra porque me pediste entrar y te dije que de acuerdo, que entrabas, pero puse mis condiciones. Y la principal es que el organizador de la fiesta soy yo. Estuviste de acuerdo, ¿recuerdas?.
-Recuerdo.
-Muy bien, pues ahora no me vengas con mariconadas. Cuando llegue el momento de que tus amigos entren a saco, les avisaremos. Así que nos vamos de putas, escoge el que más te guste de los tres porque nos vamos de putas.
-De acuerdo, colega, a los tres si es necesario, -mi socio a la fuerza sabía que en aquella fase de la batalla tenía las de perder y había decidido replegar fuerzas para el momento en que las circunstancias le resultaran más favorables.
Decidimos, sin embargo, que aquella noche no era la más adecuada para visitar aquel tipo de locales, el razonamiento de Paquete fue el siguiente.
-Me liaría a tiros, Atila, mataría a tantos de esos hijos de puta como pudiese. En cuanto detectase a uno le pegaría un tiro..
Su tono de voz era sorprendentemente frío.
Casi sonreía al decirlo.
Yo, aquella noche no me liaría a tiros con nadie, sin embargo no me molestaría ver como Paquete lo hacía. Una noche más o menos no iba a marcar una diferencia importante.














NOTA DE PRENSA.-

20 Minutos edición Barcelona 24/01/2012

MAS ESPIAS PARA FRENAR EL TERRORISMO YIHADISTA

El Director General de la Policía Ignacio Cosidó advirtió ayer que la amenaza terrorista yihadista “persiste” en Catalunya, donde en los últimos seis años la Policía Nacional ha desarticulado 12 células islamistas y ha detenido a 127 supuestos terroristas vinculados con estos grupos, especialmente en el área de Barcelona.
Cosidó , en la presentación de Agustin Castro Abad como nuevo jeje superior de la Policía Nacional en Catalunya, adelantó que este cuerpo centrara todos sus esfuerzos en impedir la comisión de cualquier atentado o acción terrorista. En este sentido aseguró que Catalunya tampoco puede ser utilizada “de ningún modo” como plataforma para reclutar, apoyar o financiar el terrorismo yihadista en otros paises, por lo que consideró “viral” reforzar la inteligencia policial para anticiparse a los actos terroristas y prevenir la radicalización de cualquier colectivo.
El segundo gran cometido será combatir el crimen organizado, ya que, Barcelona, según Cosidó, es un “punto de atracción” para las redes trasnacionales de delincuencia por su “dimensión, dinamismo y posición geoestratégica en el Mediterráneo”. El pasado año ya se detectó la presencia de sesenta y cinco redes de crimen organizado, de las que más del setenta por ciento se logró su desarticulación.
CONTROL DE LA INMIGRACIÓN.
Otro de los principales retos será combatir la inmigración irregular y el tráfico de seres humanos. De hecho en 2011 se desarticularon cuarenta y cuatro redes dedicadas al tráfico de personas y se practicaron más de mil doscientas detenciones por falsificación de documentos, o explotación laboral y sexual de extranjeros.